En el entorno empresarial actual es importante que el trabajador tenga un tiempo de la jornada de trabajo en el que esté creciendo profesionalmente o esté teniendo posibilidades formativas.
Se trata de un enriquecimiento que puede venir, por tanto, de ambas fuentes:
- Crecimiento profesional:
- un compañero que es un crack
- tener asignada una nueva tarea para la que hay que adquirir nuevos conocimientos o habilidades
- Formación:
- El caso en que directamente es el jefe o la empresa quien sugiere que el trabajador haga cursos
Una empresa que crece y evoluciona será aquella que luego sepa aprovechar para beneficio de la misma el conocimiento y el crecimiento en potencial que el trabajador va desarrollando. Será el caso de aquella donde se sepa generar un entorno de enriquecimiento mutuo.
Una mala empresa es aquella en la cual:
- No se lo proporciona nuevos conocimientos a los trabajadores bajo la idea que la formación es un gasto y una pérdida de tiempo en el que el trabajador no produce.
- No se asignan nuevas tareas motivadoras al trabajador porque «esto se ha hecho así de toda la vida».
- No hay tiempo para planificar mejoras o plantear cambios porque el ritmo de trabajo es frenético y la última reunión ni se sabe cuándo fue.
- Se sugiere a los trabajadores que hagan cursos de calidad más que dudable únicamente para aprovechar la deducciones de impuestos o cuotas patronales.
Un trabajador «vivo» va a buscar ese crecimiento interno y desarrollo profesional. La función de la empresa para retener ese talento consiste en proporcionar tareas o responsabilidades acordes y aprovecharlo en su beneficio. De lo contrario el trabajador que todavía tiene interés va a usar tiempo de trabajo para su propio provecho pues lo aprendido probablemente no podrá aplicarlo hasta su siguiente trabajo.
En estos momentos seguro que nos ha venido a la mente una empresa que conocemos en la que los trabajadores están desmotivados y obsoletos en formación. Y sin miedo a equivocarnos diremos que a esa empresa le van mal las cosas.
Por ello cabe incidir en la importancia que la empresa sepa aprovechar y favorecer el crecimiento en capacidad y aptitudes de los trabajadores que todavía están motivados. De lo contrario tiene un grave problema, tarde o temprano.
Hay que llegar al punto en que el motivo por el que los trabajadores que llevan muchos años en la empresa continúen en ella sea por lo bien que se trabaja y lo enriquecedor que es el clima que se genera para todos. No porque estén tan «zombies» que no tengan otro sitio donde ir ni nadie más que los quiera.
Y por último, pero no menos importante, que la remuneración de los trabajadores tenga relación con las responsabilidades que vaya adquiriendo. Está en la naturaleza del empresario pedir más cosas a cambio de dar lo mismo, pero hoy día somos todos adultos y abusar de la buena voluntad puede llegar a ser grosero y en un mundo donde la información viaja por todas partes al final se acaba sabiendo.